MADRID, ESPAÑA, 18 de octubre (AlmomentoMX/SemMéxico).- El camino de la música es especialmente complicado para las mujeres. Los datos de los estudios son alarmantes: 0% de obras de compositoras en los repertorios de las orquestas sinfónicas de nuestro país, 0% de directoras, 0% de conciertos dirigidos por mujeres….
Asociaciones de artistas, compositoras, directoras e intérpretes están de acuerdo en que la situación de inferioridad de las mujeres en la música clásica es evidente e insostenible. Individualmente y a través de organizaciones se está luchando por cambiar esto, pero aunque algunas consiguen romper barreras y abrir un camino para las demás, pocas se atreven a recorrerlo y de las pocas que se atreven, el porcentaje de éxito es muy bajo.
Pero, ¿acaso es que las mujeres tienen menos cualidades para enfrentarse a trabajos como el de directora de orquesta o compositora? No parece que sea una cuestión biológica, más bien es algo atado a las costumbres y sociología la que invalida a las mujeres y les impide trabajar de lo que les apasiona, de su vocación.
“Esto es algo histórico y es muy difícil de cambiar”. Es algo que ocurre “en todos los ámbitos, no se ha reconocido a la mujer y siempre se han ocultado y minimizado sus logros”. Una de las formas históricas más comunes de camuflar su trabajo era “firmar con el nombre del marido”, de un hermano, o simplemente un pseudónimo inventado. Natalia Vergara es presidenta de la asociación AMCE, que lucha por la visibilidad del trabajo de mujeres creadoras a través de la unión.
“No acepto órdenes de una mujer que no sabe cuál es su lugar”. Esta es una frase que a todas nos suena anticuada y desfasada. Sin embargo, este tipo de frases y otras que reflejan el mismo pensamiento arcaico la tienen que escuchar de forma habitual muchas mujeres en todos los ámbitos, especialmente cuando llevan la batuta. Este ejemplo en concreto aparece en la película “La directora de orquesta”, que nos cuenta la vida de Antonia Brico, la primera mujer en conducir una orquesta tan importante como la Filarmónica de Berlín. A pesar de que la holandesa abriese este camino en los años 20 del siglo pasado, las mujeres aún encuentran dificultades para llegar a ser reconocidas y valoradas. Y es que, aunque es evidente que ya no nos enfrentamos a las mismas trabas a la hora de estudiar, el mercado laboral sigue estando impregnado de sexismo y misoginia.
“Tanto hombres como mujeres me han cuestionado”
Las directoras de orquesta se enfrentan al rechazo por parte de las instituciones y los propios músicos, son infravaloradas constantemente por los estereotipos y prejuicios que conlleva ser mujer. Todavía podemos escuchar historias de miembros de la orquesta que se niegan a que una mujer les dirija, pidiéndole incluso que se retire del estrado, que no aceptan la dirección de una mujer porque “no hay la misma química”.
Isabel López Calzada es directora de la Orquesta Sinfónica de Mujeres de Madrid (OSMUM) y lo tiene claro: “da igual si somos hombres o mujeres, aquí lo que importa es la música, y ya está”.
En la película a la que nos referimos continuamente en este reportaje, escuchamos frases como “si cierro los ojos no sabría decir si dirige un hombre o una mujer”. Esta frase suena absurda, y podría provocarnos risa pero no es ninguna broma. Como nos contaba la propia Isabel, “cuando he dirigido otras orquestas que no fuera la OSMUM, en un primer momento tanto hombres como mujeres me han cuestionado, ha habido mujeres que no han querido o que no les ha gustado que una mujer les dirigiera, es muy curioso pero es mucho más fuerte a que te diga que fue un hombre. […] Realmente lo que decimos de que la mano que mece la cuna es la mano que domina el mundo”. Es duro escuchar como una mujer puede rechazar a otra en su terreno profesional, impidiéndole trabajar. Como decía Antonia Brico “el instrumento de un director es la orquesta, con cada uno de sus miembros”, si un solo músico desafía su autoridad, habrá perdido la confianza de la orquesta y, por lo tanto, habrá perdido su instrumento.
En el caso de Isabel, admite que es mucho más duro recibir ese rechazo por parte de otra mujer “ha habido mujeres, algunas cantantes, que no les ha gustado absolutamente nada que les dirigiera una mujer y que no lo han aceptado, directamente, porque decían que tenía que haber una química especial. Sin embargo a la hora de trabajar pues ya estamos hablando de música y la cosa cambia por completo”.
Isabel reconoce que no cualquiera puede dirigir bien una orquesta, ya que hacen falta “unas cualidades para enfrentarte a 80 personas que pueden formar una orquesta y que todas estén de acuerdo con tus ideas musicales, entonces ya no es suficiente [la técnica y lo que hayas estudiado durante la formación], si no que la gente tiene que confiar en ti y tienes que tener liderazgo y dotes de mando.” Socialmente hay una creencia de que la mayoría de las mujeres no tienen estas cualidades para hacerse oír, para liderar el trabajo y coordinar a tantas personas. Por ello es mucho más bajo el número de mujeres que estudian dirección que las que estudian otras ramas de la música como interpretación o musicología. “Cuando estuve haciendo masters en Italia para perfeccionar, en cursos internacionales de 45 alumnos éramos dos mujeres en el primer año, luego llegamos a ser 5, pero aun así el porcentaje era increíble”.
«Los genios sólo pueden ser hombres»
Los estudios dejan claro que cuando no hay un referente en el que mirarte, es mucho más difícil escoger un camino. En la música ocurre lo mismo, históricamente se prefería que las mujeres se dedicasen a la interpretación de ciertos instrumentos como el violín, el piano o la flauta travesera, apartándolas de todo el abanico de posibilidades que ofrece la música, como instrumentos de viento metal, percusión, y ramas como la investigación, la composición o la dirección ni siquiera estaban en su pensamiento. Por suerte, siempre han existido mujeres que han roto esos moldes para que la música sea más inclusiva, y cualquier persona se pueda acercar al aspecto de la misma que más le apasione, o al instrumento que más le guste. Aun así, hay ciertas ramas como la composición o la dirección de orquesta que tienen un camino mucho más lleno de piedras que la interpretación, la musicología o la enseñanza.
“Clara Schumann decía: ‘¿cómo se me va a ocurrir componer si no hay ninguna mujer que componga?, no sé si atreverme’. Somos pocas mujeres las que ya llevamos un tiempo en que hemos roto moldes y hemos abierto un camino a la dirección [para las mujeres], y espero que esta punta de flecha que hemos estado ardiendo vaya viendo resultado”. Isabel López contaba que, como directora de orquesta, abrió un camino para las españolas ya que, si los referentes son pocos, el número de directoras españolas se puede contar con los dedos de una mano. Cada vez hay más mujeres que se atreven a estudiar dirección si esa es su vocación, ya que tienen unos referentes a los que seguir. Aun así, reconoce que siguen siendo muy pocas las mujeres que se acercan al mundo de la dirección de manera profesional. La directora admite que, cuando empezaba a conformar la orquesta, muchas personas pensaban que no sería capaz de encontrar suficientes mujeres músicas para el proyecto. “Era por costumbre, entonces a estas alturas en pleno siglo XXI esos moldes ya se han ido cambiando y ya se van viendo más mujeres, dentro del porcentaje de orquestas mixtas ya se van viendo más, y por supuesto estudiando indistintamente cualquier instrumento”.
Natalia Vergara, como creadora de música popular y presidenta de la asociación AMCE, organiza un programa llamado ‘Temporadas de Igualdad’, “para que haya un 40% o un 60% de mujeres realmente tanto en la dirección como en la composición como en la creación musical” y reivindica que no solo haya programación de mujeres en el mes de marzo, sino que haya representación de mujeres durante todo el año. Además, comenta que “en los premios está demostrado que si las nominaciones son anónimas salen muchas más mujeres premiadas, porque la industria es muy cerrada, se conocen todos”. “En los jurados tiene que haber más mujeres, en las conferencias tiene que haber más mujeres. En Europa ya hay muchos hombres que cuando les llaman para una mesa y ven que son todos hombres les resulta raro y piden y buscan la participación de las mujeres”. En los estudios que ha realizado con la asociación, ha comprobado que “las mujeres que estudian clásico se van cayendo, empiezan igual [que los hombres]y luego acaban en flauta, piano, voz y de profesoras, sin embargo los que acaban de directores de orquesta son los hombres”.
Diana Pérez Custodio es compositora de música electrónica y profesora de composición en el Conservatorio Superior de Málaga. Su posición de compositora y profesora le permite tener una visión muy global de la situación de la música actual. “Observo como, año tras año, la inmensa mayoría de los alumnos que entran en primero son hombres, hay muy pocas mujeres. Además, las pocas mujeres están faltas de referentes, de alguna manera les reconforta mucho cuando se encuentran conmigo” porque ven en ella “una mujer compositora en la que mirarme”. En la historia de la música, denuncia Diana, “se está empezando a poner en valor a las mujeres del pasado” pero es algo muy reciente y “todavía está en pañales”. “Hay muchas menos compositoras que compositores en la historia”
Desde pequeña Diana sabía que quería dedicarse a la composición: “cuando le dije a mi papá que yo quería ser compositora, él, que era un hombre muy instruido y muy culto y sabía muchísimo de historia, me respondió: ‘hija eso no puede ser, los genios solo pueden ser hombres, y si no, mira los libros de historia de la música, a ver cuántas mujeres compositoras encuentras’. En aquella época no encontrabas a ninguna, fue muy desmoralizador. Y bueno, la situación ha mejorado, pero queda camino por recorrer”.
Renunciar a la música por tener una familia
La situación en la música sinfónica es muy precaria, por lo que muchas profesionales se ven obligadas a trabajar en otra cosa al mismo tiempo, normalmente como profesora en una escuela o en un conservatorio.
La conciliación es un problema de base en las profesiones artísticas, debido al número de horas que requieren y la falta de ayudas y medios. Antonia Brico, “la primera directora”, decidió renunciar al hombre del que estaba enamorada porque era conocedora de que, debido a las costumbres y condiciones de la época, al casarse con un hombre con dinero tendría que abandonar su trabajo para cuidar de una futura descendencia. Así que ella elige la música por encima de todo, teniendo que renunciar a su vida personal.
Pero este caso histórico, desgraciadamente, no es anecdótico, sino que sigue sucediendo en la actualidad. Es el caso de Diana Pérez Custodio, que, a pesar de ser una compositora con un largo recorrido y una enorme vocación, se vio en la necesidad de opositar como profesora para poder tener un colchón económico y dedicar su “tiempo libre” a la composición. La situación es especialmente difícil en los casos quienes componen música libre o ‘no comercial’, debido a que al no tener una gran producción de música, no “son rentables” para las empresas.
“Normalmente los compositores, hombres y mujeres, hacemos las composiciones en nuestros ratos libres, porque nos tenemos que ganar la vida con otra cosa, al menos los que nos dedicamos a la composición libre, eso no está pagado, en España menos que en ningún sitio del mundo”. Reconoce que en la música la conciliación familiar no es como en otras profesiones como la de “una médico que quiere estar en primera fila o una arquitecta o una mujer empresaria y que, como ya gana suficiente con lo que hace, su tiempo de ocio lo puede dedicar a su familia”. Denuncia que la conciliación es imposible en su caso, “resulta que tenemos que componer en nuestro tiempo de ocio, entonces al final si quieres ser compositora, terminas siéndolo en tu tiempo de sueño, porque si no, no puedes tener familia”. Admite que vivirlo en primera persona “es duro, es un reto bastante importante”.
El 50% de la población, el 0% de las orquestas
Viendo esta situación, AMCE junto a las asociaciones Clásicas y Modernas y Mujeres en la Música, han realizado un estudio en el que recogen los datos reales de la presencia de mujeres en el proceso de creación y dirección musical en las orquestas sinfónicas en España en una temporada concreta (2016-2017).
Para el estudio, se tomaron datos de los conciertos de esa temporada de las orquestas sinfónicas españolas que cedieron sus datos, como la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, Orquesta Sinfónica de Madrid OSM, Orquesta de RTVE y en total 23 orquestas de todo el territorio español.
Los datos que se recogen son realmente alarmantes, 0% de directoras en muchas de ellas, 0% de compositoras… En total, en todas las orquestas recogidas en el estudio, hablamos de 309 compositores, tan sólo 10 de ellos mujeres, y de éstas, 7 estaban aún en vida. El total de directores es de 167, y sólo 8 de ellos mujeres. Algunas orquestas hacen más los deberes que otras, incluyendo a más mujeres tanto en su plantilla orquestal como en la dirección o la composición, aún así los números del estudio muestran que estos números son insignificantes y no muestran el trabajo y la valía de las directoras y compositoras.
“Tenemos que generar cambios positivos y la forma de afrontar esta desigualdad es con el asociamiento”
Pero estos datos tan desalentadores no frenan los esfuerzos de las mujeres cuya vocación es la música. Por ello, para saltar todos esos obstáculos que la tradición les pone en su camino, se unen y se asocian, ya sea en organizaciones o asociaciones, o simplemente tendiéndose la mano en situaciones de dificultad.
Isabel López es una de las que lo tienen claro, habiendo sufrido situaciones de tanta desigualdad, decidió crear la Orquesta Sinfónica de Mujeres de Madrid (OSMUM) para “dar esa oportunidad y dar visibilidad a la mujer, me parecía vital y sobre todo también a todas estas mujeres históricas que han dado su vida por la música y que están sus obras algunas de ellas sin estrenar y que entran en muy pocos repertorios. También a las nuevas compositoras que ahora están componiendo, dar visibilidad a todo eso me parecía increíble”. Pero además de directora y emprendedora, se dedica a la investigación, “estoy acabando mi tesis doctoral y veía que el mundo de la composición de las mujeres también era tabú, de la composición, de las instrumentistas y dije ‘esto no puede ser’, fue una necesidad de apostar por ellas y de darles un hueco importante en el mundo de la música”.
Pero no sólo ella entiende que la sororidad es necesaria en la música, hay numerosas asociaciones de mujeres en la cultura y en la música, como AMCE, la Asociación de Mujeres Creadoras, liderada por Natalia Vergara, o Clásicas y Modernas, Mujeres en la Música… Vergara, reivindica que “la unión hace la fuerza y no solamente en la música, sino que estemos unidas todas las mujeres en la cultura […] porque tenemos que generar cambios positivos y la forma de afrontar esta desigualdad es con el asociamiento”. La artista explica que la función de AMCE es “tratar de mejorar, de unificar y dar visibilidad a las autoras, mediante actividades”, aunque denuncia la falta de financiación, vital para este tipo de proyectos.
“Las mujeres no tienen la misma confianza en su trabajo que los hombres, porque a nosotras nos han educado para admirar al hombre, nos cuesta más si no tenemos la validación de un hombre o de una institución. Nos cuesta más reconocer nuestra valía. A veces hay una prueba de acceso para algo y el hombre cumple tres requisitos y se presenta, mientras nosotras cumplimos nueve de los diez y pensamos que no nos van a coger. Es una cosa de toda la sociedad, y cuesta cambiarlo, no podemos solas eso está claro, por eso también tenemos el apoyo de los hombres que creen en la igualdad, tenemos socios colaboradores que pueden ser hombres”.
Para Diana, la solución está clara, se basa en la “educación, ésto tiene que arreglarse desde la base: si las niñas crecen pensando que ellas pueden ser compositoras, de aquí a un tiempo habrá suficientes mujeres compositoras como para poder equipararse en situación de igualdad, lo que se está haciendo ahora es apoyar en modo discriminación positiva que somos pero es que realmente somos poquitas en relación con el volumen de hombres compositores y esto viene de esa raíz, de que muchas empiezan y lo dejan por el camino porque tienen que elegir ser compositora o madre, y no todo el mundo elige compositora, y se van quedando muchas por el camino, ellos no tienen eso tan acuciante”.
AM.MX/fm
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