CIUDAD
DE MÉXICO, 26 de diciembre (AlmomentoMX).-Ante
el próximo inicio del 2019, SURA Asset Management México y su
equipo de analistas presentan sus principales proyecciones sobre el
desempeño de los mercados y el panorama económico para el año que
está por comenzar.
BALANCE 2018
En 2018, la economía
mexicana cerrará con un crecimiento cerca del 2.2%, estimación
ligeramente mayor a la pronosticada hace exactamente un año. La
sorpresa se concentró en los dos sectores que han condicionado a la
baja el PIB en tiempos recientes: la construcción y la minería.
Ambos sectores vieron mejoras secuenciales respecto a lo observado en
2017, permitiendo un resultado general más favorable.
Por su parte, el
sector manufacturero, crucial para el dinamismo económico, tras
haber perdido impulso desde el 2017, se colocó en una tímida senda
de recuperación que posiblemente persista en 2019 tras haberse
confirmado la posibilidad de tener un acuerdo de libre comercio con
EEUU.
Sin embargo, la
debilidad reciente de la demanda global, al igual que un sector
automotriz con claras señales de fatiga que no serán resueltas con
el nuevo acuerdo comercial ponen en riesgo el panorama. La alta
resistencia que ha mostrado el consumo de las familias mexicanas en
los últimos años seguirá siendo el principal motor de crecimiento,
permitiendo una expansión del PIB cercana a 1.9% el próximo año.
El año que concluye
observó un impulso fiscal típico de los periodos electorales que no
generó afectaciones sobre la razón de deuda pública y PIB, y que
igualmente probó ser insuficiente para las aspiraciones políticas
de la administración saliente dados los pobres resultados obtenidos
y la avasallante victoria del candidato de izquierda, López Obrador.
Este impulso fiscal
tuvo un correlato inflacionario: el incremento de los precios de
referencia de la gasolina y el encarecimiento del dólar observados a
lo largo de buena parte del 2017 fueron contenidos a través de un
estímulo fiscal sobre el IEPS a la gasolina y el diésel local, que
paulatinamente fue deslizado en 2018.
El mecanismo tuvo la
virtud de mejorar los ingresos tributarios y hacer frente al
incremento del gasto público, pero destapó una inflación contenida
que provocó su repunte de 4.4% en mayo a 4.7% en noviembre. A esto
se sumó una reanudación de la debilidad cambiaria, por dos
episodios de riesgo principalmente: la elección presidencial y la
renegociación del TLCAN.
El deterioro que
este ambiente produjo en las expectativas afectó la inflación
subyacente, impidiendo en la segunda mitad del año que su
trayectoria a la baja se consolide pese a encontrarse en niveles
superiores al objetivo central de 3%. Por ende, el Banco de México
se vio forzado a reanudar su política de apretamiento monetario.
Una inflación
subyacente en riesgo de no converger hacia el objetivo, aderezado por
una preocupante inestabilidad financiera y cambiaria en junio y
noviembre, explican por qué Banxico tuvo que llevar la tasa de
política monetaria a un terreno más restrictivo, pasando de 7% a
principios de diciembre de 2017 a 8% en su reunión de noviembre. A
estos niveles, Banxico arriesga ralentizar la economía mexicana en
un contexto global retador, por lo que, sin ánimo de descartar
nuevos incrementos en tasa, la prudencia en la trayectoria monetaria
de los próximos meses es de la mayor importancia.
Los numerosos
episodios locales de inestabilidad financiera y cambiaria a lo largo
de 2018 estuvieron explicados por factores tanto externos como
internos:
Factores externos.
Destaca el comportamiento inflacionario de EEUU y el tono de las
decisiones de su banco central, que suscitaron incrementos en tasas
en las primeras semanas del año y en septiembre, así como reveses a
lo largo de noviembre y diciembre; el proceso de renegociación del
TLCAN y los retos que supone para México el acuerdo hasta ahora
alcanzado; las disputas comerciales entre EEUU y China; la disipación
del buen momento económico que atravesó la economía global de
mediados de 2017 a mediados de 2018; y las elecciones intermedias en
EEUU.
Factores internos.
Sobresalen las campañas presidenciales y el arribo de la izquierda
al poder, las iniciativas legislativas heterodoxas durante la etapa
de transición, la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de
la Ciudad de México (NAIM) y sus secuelas, así como la presentación
del paquete económico 2019.
PAQUETE ECONÓMICO
2019
El Paquete Económico
2019 se caracterizó por representar buena parte de la agenda de
política pública que López Obrador había trazado durante su
campaña y como gobierno de transición, al apreciarse una
reconfiguración hacia el gasto social y económico en los términos
por él propuestos (principalmente: pensión a adultos mayores, el
programa de capacitación de jóvenes, e inversión en CFE y PEMEX),
financiados con recortes en numerosos rubros de gobierno.
Estos recortes,
aunque sorpresivos, eran necesarios para lograr un presupuesto
equilibrado que brindara confianza al mercado y permitiera cumplir
parcialmente los compromisos de estabilidad fiscal asumidos por la
nueva administración.
Por su parte,
también ayuda una aparente postergación del gasto asignado a
iniciativas emblemáticas, pues lo plasmado en el Paquete resultó
ser inferior a lo anunciado en ocasiones previas; desde luego, esto
imprime un riesgo de mediano plazo sobre la estructura de gasto a la
que habrá que dar seguimiento. Por el lado de los ingresos, se
confirmó que no se crearán o incrementarán los impuestos
prevalecientes.
No obstante, el
Paquete mostró demasiado optimismo en el apartado recaudatorio: El
posible decreto de reducción impositiva en la frontera con EEUU (IVA
e ISR) tendrá un impacto mayor al que estima el gobierno federal
(cerca de 100 mmdp de pérdida recaudatoria; el Paquete sólo
considera 40 mmdp) y genera riesgos de mediano plazo por motivo de la
elusión fiscal que va a motivar.
A su vez, otro
posible decreto tributario de congelamiento real de las gasolinas y
el diésel impactaría las proyecciones de recaudación del IEPS
petrolero. Finalmente, la SHCP estimó una menor plataforma de
exportación petrolera y un menor precio de la mezcla mexicana, por
lo que sorprende que esperen ingresos similares a los vistos 2018 con
un tipo de cambio marginalmente depreciado. En conjunto, estos
elementos impedirían el cumplimiento de la meta anunciada de
superávit fiscal primario del 1% del PIB, llevándolo a niveles más
bajos e incluso negativos.
No es descartable
que éste vaya a ser un tema recurrente para agencias calificadoras y
el banco central, pero de corto plazo el asunto no debería generar
preocupaciones importantes en los participantes del mercado toda vez
que el mensaje fue lo suficientemente bueno; por supuesto, esto
dejará de ser cierto si a lo largo de 2019 se acumula evidencia
contundente de deslizamiento fiscal, ya sea por los riesgos
mencionados u otros, como los asociados a la cancelación del NAIM,
baja eficiencia recaudatoria, desaceleración en el crecimiento
económico, etcétera.
Lo hasta aquí
narrado tiene implicaciones inflacionarias, y por ende de política
monetaria. Hasta el momento, la debilidad del tipo de cambio y la
ambigüedad de la política de precios energéticos impide una mejora
de las expectativas inflacionarias, lo que impactará la conducta de
la inflación subyacente. A su vez, los riesgos estructurales sobre
los ingresos y el gasto (la expansión de la pensión a adultos
mayores y el programa de capacitación de jóvenes suponen un
compromiso fiscal de largo plazo) no pasarán desapercibidos por
Banxico. En consecuencia, es de esperar una inflación cercana a 3.9%
para el cierre de 2019, así como una tasa de interés objetivo de
8.25% a lo largo de 2019.
PANORAMA DE
INVERSIÓN
El entorno del 2018
ha sido complejo y complicado en materia de inversiones, pues a pesar
de tener condiciones macroeconómicas favorables en términos
generales, hemos visto que la mayoría de los activos financieros a
nivel global han tenido un desempeño negativo en términos de
dólares.
Para los analistas
de SURA, han sido múltiples los factores que han incidido para que
los mercados se hayan comportado de esta forma, pero destacaríamos
ocho principalmente:
1. 1. La
disminución en los estímulos monetarios por parte de los bancos
centrales.
2. 2. Una
perspectiva de menor crecimiento económico de cara al 2019.
3. 3. Menores
estimados de crecimiento en las utilidades de las compañías para el
próximo año.
4. 4. El
desvanecimiento de los estímulos fiscales en la economía
estadounidense.
5. 5. La
incertidumbre generada por el conflicto comercial entre EEUU y China.
6. 6. El temor
a que el diferencial entre la tasa de 2 años y la de 10 años en
EEUU, se vuelva negativo.
7. 7. En
Europa tuvimos diversos focos de volatilidad – Brexit, Italia,
Turquía-.
8. 8.
Fortalecimiento del dólar frente a las principales divisas del
mundo.
Bajo este contexto,
aunado a los factores locales, SURA Asset Management México
contempla los siguientes escenarios:
· Los
activos mexicanos -con excepción de las inversiones de corto plazo-
han tenido rendimientos negativos tanto en divisa local como en
términos de dólares.
· En
materia de deuda mantenemos un posicionamiento defensivo en términos
de duración en las tasas nominales. El Banco de México podría
mantener su tasa de referencia sin cambio a lo largo del 2019, pero
seguramente mantendrá un discurso restrictivo.
· El
deterioro en la percepción del riesgo en México continúa tanto a
nivel interno como externo, lo que genera incertidumbre y volatilidad
en el mercado mexicano.
· El
consenso de analistas estima que las utilidades de las corporaciones
mexicanas podrían crecer un 15% que junto con un múltiplo
Precio/Utilidad adelantado de 12.5x darían elementos para que el IPC
alcance un nivel de 47,000 puntos en 2019.
· En caso
de que la confianza sea restaurada entre los grandes inversionistas
institucionales globales podríamos ver niveles superiores en el IPC,
siempre y cuando el contexto global sea más benigno para las
inversiones en renta variable.
En resumen, 2019
será un año en donde probablemente la volatilidad seguirá siendo
la gran protagonista, a pesar de que el crecimiento económico global
seguirá sosteniendo niveles sanos, pues los fantasmas del
proteccionismo, el desenlace del Brexit, menor liquidez por parte de
los bancos centrales y el alza de tasas por parte de la Reserva
Federal en EEUU, son algunos de los factores que pueden generar
incertidumbre y nerviosismo entre los inversionistas. Sin embargo, no
debemos olvidar que en los momentos de mayor volatilidad siempre hay
grandes oportunidades.
AM.MX/fm
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