Norma L. Vázquez Alanís
Conferencia de la doctora Cristina Torales Pacheco
(Primera de tres partes)
“Los empresarios novohispanos no eran aventureros, ni personas indeseables en la península ibérica, eran individuos que provenían de Europa como parte de una emigración de minorías calificadas, pues sabían de agricultura, minería y prácticas comerciales, pero procedían de familias muy numerosas en las cuales las tierras y los caseríos eran heredados al hermano mayor y los demás tenían que salir del terruño. Estaban preparados, sabían leer, escribir y contar, herramientas que les servirían para desarrollarse en otras tierras; es decir, venían capacitados para hacer la América”.
Así describió la doctora en Historia por la Universidad Iberoamericana Cristina Torales Pacheco, a los hacendados de la Nueva España en el siglo XVII, tema que abordó en la conferencia ofrecida dentro del ciclo ‘Los empresarios en la historia de México. De la colonia al porfiriato’, organizado por el Centro de Estudios de Historia de México (CEHM) de la Fundación Carlos Slim.
A los grandes emprendedores de los siglos XVI al XVIII se debe en mucho la conformación del auge económico, social y cultural que tuvo la Nueva España en ese lapso, en el que también se consolidó uno de los reinos más importantes dentro de la monarquía española y uno de los más prósperos, señaló la doctora Torales Pacheco, quien tiene una especialización en Archivos Históricos.
Reconoció la ponente la importancia del CEHM para los investigadores pues, dijo, “tiene en sus colecciones muy importantes materiales, tanto libros como documentos, que pueden permitir a los historiadores dilucidar la impronta de estos empresarios novohispanos; por ejemplo, en la colección de manuscritos encontramos algunos expedientes notariales, cartas, correspondencia, a veces títulos de propiedades de estos hacendados, que son puntos de partida para la investigación histórica que permita comprender a estos grupos como parte integrante de la sociedad novohispana”.
El CEHM es un importante repositorio documental y bibliográfico para desarrollar una nueva historia de México que nos permita tener una visión más comprensiva de nuestra realidad, continuó Torales Pacheco e indicó que para poder encontrar e identificar a estos empresarios novohispanos es indispensable revisar documentos a veces poco relacionados con la economía, pero en los cuales está la huella de esos hombres porque fueron patrocinadores, por ejemplo, de trabajos cartográficos o de órdenes religiosas; entonces hay que buscar en la cartografía, así como en sermones o crónicas religiosas.
Recordemos que los grandes patronos de las órdenes religiosas eran los empresarios, y éstas en gratitud a las personas que los apoyaban para edificar las magníficas iglesias o los conventos, cuyos restos aún hoy apreciamos y que muchas veces son espacios que alojan centros culturales en las principales ciudades, pues en las exequias de esos individuos, en algunos sermones, a veces dejaron las apologías de tales benefactores, apuntó la conferenciante, quien es autora del libro “Tierras de Indios, tierras de españoles” publicado por la Universidad Iberoamericana (UIA) en 2005.
Pilares de la conformación económica
El término empresario no se usaba en la época virreinal, se hablaba de los señores o de los grandes patrones, explicó la doctora Torales Pacheco, pero es pertinente calificarlos así para aproximarnos a ellos, pues de acuerdo con el diccionario de la Academia empresario es una persona que, por concesión, contrata y ejecuta una obra, o explota un servicio público. Y estas dos acepciones son importantes porque de alguna manera se aproximan a lo que eran estos personajes, quienes fueron los principales responsables de la conformación económica del país.
Los empresarios de los siglos XVI y XVII han sido poco estudiados, la mayor parte de los historiadores ha abordado modelos del siglo XVIII en virtud de que la historiografía muy nacionalista del siglo XX privilegió utilizar el siglo XVIII para explicar la Independencia. Era necesario entender el siglo XVIII para comprender cómo México se hizo independiente y cómo se llevó a cabo la construcción de la nación mexicana. El siglo XVI se estudiaba para entender la Conquista y el sometimiento de los pueblos nativos. Además, la historiografía norteamericana y europea consideraron al XVII como un siglo de la depresión en el cual no hubo desarrollo económico y la minería se desplomó, razón por la cual los historiadores fueron olvidando ese periodo.
Sin embargo, a finales del siglo XVI había una economía sólida, pues fue un periodo de conquistas, de expansión europea hacia todo el territorio nacional, sobre todo hacia el noroeste, y eso fue responsabilidad de esos empresarios.
La consolidación económica fue paralela a la conformación de una sociedad que estaba muy orgullosa de ser novohispana, continuó la conferenciante; a finales del siglo XVI ya podemos ver que los mestizos y los criollos eran celosos de su identidad, de ser distintos que los europeos. Asimismo podemos apreciar ya desde finales del siglo XVI la riqueza generada en la Nueva España e invertida aquí.
Que en esta época hubiera espacios urbanos bien trazados y bien organizados, significaba que había una economía sólida capaz de sostener y abastecer esas urbes; existía ya una economía agraria que podía sostener a una sociedad urbana. Todos estos elementos son comprensibles si se analiza a estas figuras empresariales.
A finales del siglo XVI tuvo lugar la gran hazaña de los novohispanos, que fue la identificación de la corriente que permitió el tránsito fluido entre América y Asia, es decir, el tornaviaje. En1565Andrés de Urdaneta (fraile, cosmógrafo y avezado piloto) y Miguel López de Legazpi (hombre de conocimientos diplomáticos, autoridad para el mando y una lejana experiencia como marino) lograron identificar la corriente del Kuro-Shivo que permitió el viaje de regreso a la Nueva España por el océano Pacífico. Pocos años después de la Conquista ya se había logrado llegar a Filipinas.
Este descubrimiento es importante porque esa ruta de retorno impulsó una economía mercantil transpacífica, es decir, ya no sólo por la vía del Atlántico, sino también por el Pacífico. Entonces todos los empresarios de fines del siglo XVI invirtieron en este tráfico mercantil con Asia.
Otro aspecto primordial es que en 1591 los comerciantes se volvieron un grupo muy fuerte; los grandes comerciantes que traficaban a través del Pacífico y a través del Atlántico constituyeron un tribunal, el Consulado de la ciudad de México, organismo en el que se aglutinaron los grandes empresarios con capacidad de importar y exportar, de incidir en el mercado interno y en el mercado exterior.
El crecimiento de las grandes ciudades como Puebla, Oaxaca, Guadalajara, Valladolid y Veracruz fue sustentado por una economía novohispana robusta; los recursos no venían de Europa, sino que se generaban aquí a través del comercio, la agricultura y la minería.
(Continuará)
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