Conferencia de la historiadora Leonor Ludlow
Por Norma Vázquez Alanís
La invasión de Estados Unidos a México en el siglo XIX fue una marcha hacia atrás para poder establecer negocios en el país, dijo la historiadora Leonor Ludlow durante la conferencia que ofreció como parte del ciclo ‘Los empresarios en la historia de México. De la colonia al porfiriato’, organizado por el Centro de Estudios de Historia de México (CEHM), de la Fundación Carlos Slim.
Explicó que luego se abrió el periodo de la anarquía durante las intervenciones extranjeras, desde esa de Estados Unidos hasta la francesa y el imperio de Maximiliano, además de la serie de guerras internas, conflictos y golpes de Estado, por lo que nadie tenía para la hacienda pública y los préstamos se volvieron cada vez más caros y ostentosos. Además había menos posibilidad de obtener esos créditos y de ahí las demandas de los comerciantes extranjeros a través de las convenciones diplomáticas para que se les pagara todo lo que el gobierno les debía.
Se trató de una etapa de reacomodo de fuerzas sociales y políticas, así como de cambio institucional porque no se había dado ninguna modificación en los códigos de comercio y minería, ni en la legislación agraria, desde la época virreinal. Prácticamente las instituciones eran las mismas, pero había ya una nueva generación de abogados, muy relacionados con la Ilustración, que introdujeron una nueva legislación mercantil. Reunieron las prácticas comerciales y mercantiles de otros países e hicieron un procedimiento que regularía las transacciones en el México de la segunda mitad del XIX.
Posteriormente, continuó Ludlow -doctora en ciencias sociales por El Colegio de Michoacán- se incorporaron nuevas leyes de comercio a nivel local y general para darle un marco mucho más seguro, más viable, al desarrollo económico. Así, a pesar de los conflictos internos y la inestabilidad política, fue un ciclo de renovación institucional muy importante que se abrió en 1847 y culminó en el periodo de Manuel González; entonces se transformaron las legislaciones de aguas y de bosques, las facultades del presidente en materia económica y se centralizó la vida administrativa.
Crecimiento y transformación económica en el porfiriato
Paralelo a esta transformación institucional que se fue dando en la segunda mitad del siglo XIX, hubo otro aspecto muy significativo para el progreso logrado en el porfiriato. Fue, explicó, el cambio generacional, porque los intelectuales que llegaron al poder, aunque muy dogmáticos, tenían otras ideas del crecimiento y la transformación económica. Se creó la Secretaría de Fomento y Colonización con el propósito de apoyar a los sectores o ramos que más lo requirieran.
En ese periodo el gobierno fomentó el proteccionismo, gracias al cual surgieron las grandes mutualidades y las asociaciones artesanales que tomaron parte en el incipiente desarrollo industrial y agrícola habido en los años 60 y 70 del siglo XIX.
La entrada de residentes extranjeros, en especial españoles, y la formación de capitales que se dio en el periodo republicano, así como el cambio institucional con muy poca creación de empresas se reformó en el periodo de Porfirio Díaz, porque éste comenzó a hacer negociaciones con el capital internacional antes de llegar al poder, es decir, estableció relaciones con las empresas ferroviarias, había una serie de agentes estadounidenses que buscaban extender la red de relaciones hacia México, directamente hacia la zona de los principales puertos.
Díaz inició estas relaciones antes de llegar al poder con el propósito de analizar quiénes serían los primeros inversionistas que podrían participar en su gran proyecto de extender las vías férreas por todo el país, lo que permitiría mayor control territorial porque así se podrían mover más rápido los ejércitos y habría mayor movimiento de mercancías, sobre todo las de exportación. Así se eligió el capital estadounidense, cuyas empresas empezaron a atravesar el país por las grandes líneas locales; por otro lado, se alió con los capitales europeos que fueron los encargados de cobrar estos préstamos, estas cédulas, a través del Banco Nacional de México.
A partir de 1880 bancos y ferrocarriles, como en todo el orbe, fueron los grandes iconos de la modernidad, de la transformación económica y de la entrada de México al mundo moderno, es decir, al capitalismo europeo.
México quedó como una zona en donde todavía participaba abiertamente y de manera importante Estados Unidos; los empresarios en esta época incursionaban en la conversión de sus mercados, fue la época en que Nueva York se volvió centro financiero.
Surge el sistema bancario
El periodo de Porfirio Díaz se caracterizó por el progreso que le dieron a México los ferrocarriles, los polos de desarrollo industrial y los bancos, pero estuvo marcado y dominado por el capital internacional, que dejó muy de lado la cuestión de la inversión interna y solamente ciertos sectores participaron de la inversión externa: los franceses y españoles que abastecían de alimentos a las ciudades.
Es importante señalar, apuntó la conferenciante, que en ese lapso surgieron los empresarios urbanos, quienes aprovecharon la venta a precios irrisorios de los bienes expropiados al clero, para la especulación urbana a través de la vivienda, especialmente en las nuevas colonias de la ciudad de México con inmuebles que estaban destinados a las elites económicas y a ciertos sectores medios.
En ese tiempo el gobierno se trocó en un Estado contratista de las grandes empresas, los ferrocarriles, minas y bancos eran de concesión estatal -el mismo modelo que seguía Estados Unidos-, relacionado con una centralización administrativa muy fuerte y con un control de la riqueza nacional, pues todo eso estaba en manos del Ejecutivo que decidía, controlaba y manejaba todas estas instancias públicas.
El Banco Nacional de México además de representante de las empresas estadounidenses de ferrocarriles se erigió en banca comercial porque era la banca emisora, pero sobre todo fue una banca de gobierno; los gobiernos mexicanos se habían negado de una u otra manera a que los bancos o los agiotistas manejaran su tesorería, el gobierno lo hacía, aunque mal, pero a partir de 1884 el Banco Nacional de México llevó la tesorería del gobierno y prácticamente la cuenta pública, fue intermediario financiero a nivel internacional y los prestamos porfirianos que se consiguieron en esos años fueron obra de esa institución, que tocó la puerta en las casas bancarias europeas y estadounidenses para conseguir o renovar préstamos para el gobierno, así como conseguir fondos para las inversiones portuarias que eran responsabilidad del régimen de Díaz.
En 1898 ese banco ya no daba más y ya no quería invertir más en México porque las inversiones en América latina y en Asia le empezaron a hacer competencia con estos recursos europeos. Ante esta situación se abrió entonces una red de bancos provinciales y se redactó la primera ley con distintos decretos con lo cual se inició el desarrollo de un sistema bancario importante.
El cambio de siglo trajo un golpe muy fuerte pues, según el punto de vista de la doctora Ludlow, José Yves Limantour no supo enfrentar o entender que la plata mexicana que circulaba en los mercados internacionales dejaba de utilizarse por la competencia estadounidense, porque se pasó al fondo del billete bancario. Entonces entraron grandes volúmenes de plata a México y se dio la primera devaluación del peso en 1905. De la mano de eso vino la parálisis de la industria, la reducción de los mercados, la caída de los precios de las exportaciones mexicanas; todo se conjugó a la vuelta del siglo e hizo que toda la primera década fuera un cúmulo de conflictos y problemas que culminaron con el estallido de la Revolución, concluyó la historiadora, quien pertenece al Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM y es autora de varios libros, así como artículos especializados sobre el tema.