CIUDAD DE MÉXICO, 22 agosto 2018.- El fotógrafo Javier Hinojosa, de «vocación viajero», pues calcula haber recorrido alrededor de 500,000 kilómetros, documentando sobre todo Áreas Naturales Protegidas y Reservas de la Biósfera en América Latina,recibirá la Medalla al Mérito Fotográfico este jueves 23 de agosto, en el 19° Encuentro Nacional de Fototecas, en Pachuca, Hidalgo.
Javier Hinojosa ha entrenado por más de 40 años la amplitud de la mirada, para extender esos horizontes en el plano bidimensional de la fotografía, comenta que su relación con la naturaleza surgió en su infancia, durante las largas vacaciones estivales que pasaba en Michoacán junto a su abuelo, en un entorno de vegetación exuberante casi edénico.
Desde sus inicios formales en la fotografía, a finales de los años 70 y principios de los 80, su obra ha sido reconocida. Una mención honorífica en la Primera Bienal de Fotografía, y el Premio de Adquisición que obtuvo al lado de Pedro Meyer y Pedro Valtierra, en la tercera edición, parecían marcar un camino alrededor de la experimentación de la imagen. Una senda que se detuvo hacia 1985.
Javier Hinojosa reconoce que nada puede compararse con las vicisitudes que tuvieron que sortear personajes como Désiré Charnay, Timothy O’Sullivan, Hugo Brehme o Marc Ferrez, ni tampoco pretende dar a sus imágenes un aire bucólico o pictorialista; él concibe su tarea en dos vertientes: “la militancia por la conservación, porque cuidar la naturaleza conlleva nuestra sobrevivencia como humanidad; y el abordaje de la fotografía de la naturaleza desde distintas formas de expresión.
“Bien podría hacer fotografía de denuncia, mostrar manchones por tala clandestina o quemazones en bosques y en selvas, etcétera; pero prefiero plantear esta preocupación desde otra perspectiva: me gusta expresar lo hermoso de la naturaleza como un mecanismo de autodefensa”.
Los volcanes de Fuego y Licancabur, las vaporosas exhalaciones de los géiseres de Sol de Mañana, los abrumadores relieves montañosos del Huayna Potosí, dunas ardientes que obnubilan la mirada en la Zona del Silencio, la fantasmal flora del trópico amazónico, contundentes perfiles de archipiélagos… flotan en planos donde se difuminan los límites del agua, la tierra y el cielo.
Incluso en sus fotografías de arquitectura precolombina que han dado lugar a exposiciones y al libro como Mayas: espacios de la memoria y Guardianes del México antiguo, Javier Hinojosa expone a esas montañas construidas que son las pirámides, en su inexpugnable entorno natural: “trato de abstraer detalles, atrapar momentos de luz y sombra que brinden tridimensionalidad a las formas arquitectónicas, con su mezcla de delicadeza y fuerza expresiva.
“A lo largo de estos más de 40 años, me ha tocado vivir y experimentar la madurez del lenguaje fotográfico, creo que uno mismo va formando parte en la creación de un nuevo alfabeto de las imágenes. Es un proceso de ida y vuelta. Dejé el laboratorio tradicional de plata gelatina, pero tengo mi laboratorio del siglo XIX con insoladoras y prensas de contacto. Tanto me gusta hacer impresiones digitales de buena calidad, como me fascina estar haciendo cianotipos o platinos. En el caso de la imagen análoga, el contacto con los materiales me produce placer: ver emerger las imágenes, producirlas, reproducirlas, experimentar con ellas”.
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