Por Mónica Herranz*
Generalmente digo, entre broma y broma, que vamos al psicólogo como cuando vamos al dentista, o sea, cuando el dolor es ya insoportable. Freud decía que todo chiste o broma encubre siempre una verdad, y mi broma respecto a acudir al psicólogo no cae en la excepción.
Idealmente deberíamos ir al dentista de forma preventiva, una revisión cada cierto tiempo, limpieza, curación de caries, etc, y esto debería evitar complicaciones mayores, pero lo cierto es que se tiende a acudir al dentista cuando hemos dejado pasar el tiempo, la carie se ha complicado y ahora no basta con un empaste, sino que hay que hacer una endodoncia. Pues así pasa con el tema de ir al psicólogo, deberíamos idealmente de acudir de forma preventiva, pero casi no lo hacemos, así que todo comienza con pequeños síntomas, muchos de ellos manejables, y luego se van complicando, y complicando y complicando, hasta que el dolor mental es insoportable, y entonces sí, ya casi como última opción decidimos ir al psicólogo, no sin antes haber consultado a un medium, un tatotista, un constelador, un brujo, un canalizador de ángeles, flores de bach y una visita a Catemaco. Aceptamos, finalmente, con todo lo que esto implica, ir con un profesional.
La primera implicación al decidir ir al psicólogo es aceptar que algo nos pasa, que algo no anda bien y necesitamos ayuda, apoyo para resolverlo. Esto se llama conciencia de enfermedad, que es la capacidad de reconocer que no podemos ya con aquello que nos aflige, que reconocemos la existencia de un conflicto, que las consecuencias de dicho conflicto no nos están siendo favorables y necesitamos actuar, hacer algo al respecto.
No hace falta tener una gran conciencia de enfermedad, con que tengamos un atisbo de ella bastará. Si está ahí, si la ha notado, es tiempo de ir al psicólogo, pero…¿a quién acudir? ¿cómo elegir a un psicólogo? He aquí algunas sugerencias:
1.- Ubicación: Lo recomendable es que el psicólogo se encuentre cerca de su casa o de su trabajo, esto facilitará que asista a sus consultas. A veces sucede que alguien nos ha recomendado un extraordinario psicólogo, pero nos queda al otro lado de la ciudad. Si la situación y los medios de movilidad lo permiten, cruce la ciudad, pero si no es así, si está más bien justo de tiempo, o el desplazamiento es un problema, que suele serlo en esta ciudad, entonces opte por un psicólogo que le quede cerca. Recordemos, sin perder de vista lo real, que en el inconsciente actúan ciertas resistencias y a veces pueden operar en forma de “quiero ir al psicólogo, pero elijo al que me queda más lejos, así tendré un pretexto para no poder ir”. Como acabo de mencionar, esto es un ejemplo de una resistencia inconsciente, lo que implica que no la notamos de forma consciente, es decir, no decimos conscientemente, hay una parte de mi que quiere ir al psicólogo, por lo que voy a buscar uno, y hay otra parte de mi que no, por lo que lo voy a buscar muy lejos. Así que si ha tomado la decisión de ir con un psicólogo, lo más recomendable es que la ubicación de éste le facilite acudir a las sesiones.
2.- Género: ¿Con quién cree que se sentirá más cómodo, con un hombre, con una mujer o le da lo mismo? Usted puede elegir, hay quienes por ejemplo, se sienten cómodos yendo con un hombre joven, otros se sentirán cómodos yendo con una mujer madura, otros al revés y a otros tantos les dará igual. Lo importante es que sea alguien con quien se sienta cómodo, alguien que le transmita confianza o dicho en palabras cotidianas, alguien con quién usted sienta ese “click” paciente – terapeuta. Sucede que a veces acudimos a una primera entrevista y el psicólogo, por el motivo que sea, nos cae mal o no nos gustó algo en él o ella. Esto puede ser un factor real o una resistencia, en cualquier caso, no desista, pruebe con otro terapeuta, si el factor es real, entonces encontrará uno con quien se sienta cómodo, si es una resistencia, entonces acudirá con uno y otro y otro y ninguno satisfacerá sus expectativas, necesidades o requerimientos, en cuyo caso, puede acudir con otro más y plantearle la situación, ya que sobre eso también se puede trabajar. Esto en caso de que alguno de los anteriores no ha notado ya ese elemento y se lo ha señalado.
3.- Orientación teórica: El campo de la psicología es muy amplio, y por lo tanto, existen tantos tipos de terapias como tipos de pacientes. Aquí mencionaré brevemente los principales tipos de terapias y en qué consisten en lo fundamental.
Terapia psicoanalítica o psicodinámica: Tiene su origen en el psicoanálisis, se encarga de hacer aflorar los conflictos inconscientes a través de la interpretación de los sueños, los actos fallidos o lapsus, y la asociación libre. Pretende que el paciente exprese sus ideas, emociones, pensamientos e imágenes tal y como se presentan, sin reprimirlas, para que así el psicoanalista pueda determinar qué factores dentro de esas manifestaciones, reflejan un conflicto inconsciente. Se trabaja también con los mecanismos de defensa. Aquí importa desde dónde y cómo se originó el conflicto hasta cómo resolverlo. Es la más profunda de todas las terapias.
Terapia cognitivo – conductual: Consiste en una serie de técnicas que se centran en enseñar al paciente una serie de habilidades para afrontar mejor los distintos problemas que le aquejan. Se utilizan distintas técnicas como el entrenamiento de habilidades sociales, las técnicas expositivas, las técnicas de resolución de problemas, reestructuración cognitiva, etc. Aquí no importa tanto el origen del conflicto, sino desarrollar habilidades para manejarlo.
Terapia Humanista: Este tipo de terapia está fuertemente influenciada por la fenomenología y el existencialismo, planteando que el individuo es un ser consciente, intencional, en constante desarrollo, cuyas representaciones mentales y estados subjetivos son una fuente válida de conocimiento sobre sí mismo. Aquí el paciente es visto como el actor principal en su búsqueda existencial, importa el aquí y el ahora, el por qué de lo que ocurre, el significado de lo que se está viviendo y qué puede hacer para mejorar su situación. Cabe mencionar que la terapia Gestalt es un tipo de terapia humanista.
Terapia Sistémica: Este tipo de terapia tiene en cuenta la representación de la realidad vista desde una perspectiva holística e integradora, donde lo importante son las relaciones y los componentes que a partir de ella surgen. En las sesiones terapéuticas, tiene mucha importancia la relación y comunicación en cualquier grupo que interaccione y afecte al paciente o pacientes, entendiéndolo como un sistema. Tiene un enfoque en la solución de problemas más práctico que analítico. Aquí no es tan importante quién tiene el problema, sino que se trata de identificar los patrones disfuncionales dentro del comportamiento del grupo para redirigirlos hacia lo funcional, es decir, lograr que el sistema encuentre el equilibrio.
Terapia Breve: Se desarrolla a partir de la terapia sistémica, y es un conjunto de procedimientos y técnicas de intervención que pretenden ayudar a los individuos, parejas, familias o grupos a movilizar sus recursos para alcanzar sus objetivos en el menor tiempo posible.
Hasta aquí han quedado descritos ya los principales tipos de terapia, sin embargo, esta no es una nota sobre las diversas orientaciones teóricas, por lo que esta fue una descripción breve. Lo relevante es que pueda hacerse una idea de que el campo es amplio y que seguro encontrará un tipo de terapia afín a sus expectativas y personalidad.
4.- Que sea un profesional: Si bien es importante conocer las diferentes orientaciones teóricas, saber que podemos elegir, que dentro del campo de la psicología hay opciones para todos, es más importante aún, a la hora de elegir a un psicólogo, asegurarse de que se trate de una persona con una formación profesional seria y sólida y no de un charlatán. Desafortunadamente, es común saber que existen “pseudopsicólogos” dando “terapia” pero que en realidad no son más que personas formadas de manera empírica, sin las herramientas, habilidades y formación profesional necesarias para atender a un paciente debidamente, esto tiene serias consecuencias ya que un “pseudopsicólogo” puede llegar a perjudicar más a un paciente que ayudarlo. Entonces, ¿cómo puede asegurarse de ir con un profesional? ¡Fácil! Preguntando. Así es, es válido y hasta necesario, preguntarle al psicólogo en cuestión cuál es su orientación y su formación profesional, así como es válido también solicitar referencias sobre ese psicólogo. No es diferente de cuando acudimos al médico excepto por una cuestión. Entre psicólogos, no es uso y costumbre tener el título que nos acredita como tales, colgado en el consultorio, ni el de la carrera, ni el de estudios de posgrado.
Por ejemplo, si usted padece del corazón, solicitará entre sus amigos o conocidos los datos de algún buen cardiólogo, o si se trata del estómago, preguntará por algún buen gastroenterólogo y, como acabo de mencionar, lo más probable es que llegando al consultorio del médico, encuentre sus credenciales profesionales a la vista, pero no así con el psicólogo, de ahí la importancia de asegurarse que está acudiendo con alguien acreditado.
En definitiva, tome su tiempo, investigue, pregunte a su médico o a profesionales de la salud, acuda a alguna asociación psicológica, pregunte entre familiares y amigos y siempre, siempre, asegúrese de que a quien elija, sea un profesional. Finalmente, si es cuidadoso al ver en manos de quien pone su salud física, ¡no sea menos cuidadoso al ver de en manos de quien pone su salud mental!
* Mónica Herranz
Piscología clínica / Psicoanálisis
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abril 6, 2018
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DE ENCANTOS Y DESENCANTOS: Mas vale prevenir, que lamentar
Por Vocero
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