GUATEMALA, 6 de diciembre 2017.- El arqueólogo guatemalteco Francisco Estrada-Belli, director del proyecto arqueológico Holmul en Guatemala, informó que descubrió un friso de la cultura maya, de ocho metros de largo por dos de ancho, que se encontraba en pirámide de esa civilización que data del año 600 después de Cristo.
“Es una de las cosas más fabulosas que he visto nunca” luego de que el año pasado descubrió la pieza : «un hallazgo extraordinario, una obra de arte que también nos proporciona mucha información sobre la función y significado del edificio”.
El arqueólogo precisó que el friso, hecho en estuco (una pasta de grano fino compuesta de cal apagada, mármol pulverizado, yeso y pigmentos naturales), está construido en relieve y en él se pueden apreciar tres personajes principales que visten ricos atavíos de plumas de quetzal (ave símbolo nacional) y de jade, sentados sobre cabezas de monstruos.
El personaje central de la composición se identifica como Och Chan Yopaat, que significa “el dios de la tormenta entra en el cielo”, según los signos jeroglíficos que aparecen en su tocado y en el texto debajo de su imagen.
El experto añadió que desde la boca del monstruo, situado en el centro de la composición, “se desprenden dos serpientes emplumadas de las cuales emergen los ancestros y cerros laterales de la región”.
Estrada-Belli, que trabajó con un equipo de arqueólogos y excavadores guatemaltecos, recordó que la primera investigación en Holmul, yacimiento que data del periodo clásico y preclásico, se hizo en 1909, y él la retomó en el año 2000 pero tuvo que interrumpirla por falta de recursos.
Las tumbas se encontraron en las antiguas ruinas de Holmul, 300 millas al norte de la ciudad de Guatemala, y datan de alrededor de 650-700 DC, la era del dominio maya antes de su misterioso colapso unos siglos más tarde. En su interior había un artefacto desconcertante de una dinastía maya que los arqueólogos llaman los reyes de las serpientes, por el emblema de cabeza de serpiente de su casa, una familia que gobernaba 100 millas al norte, lejos de las tumbas encontradas en Holmul.
Una tumba es una cámara abovedada, construida en una pirámide que fue construida para rodear un edificio más antiguo del siglo quinto. Dentro estaba el esqueleto de una persona de mediana edad cuyos dientes tenían incrustaciones de jade, una costumbre de la realeza maya y una tibia humana inscrita, «un hallazgo muy, muy raro», dijo el arqueólogo Francisco Estrada-Belli a The Guardian.
«Podría ser de un antepasado o cautivo de la guerra», dijo, aunque los investigadores tendrán que esperar a que un epigrafista con el equipo de escaneo lea el texto gravemente erosionado.