Por Roberto Fuentes Vivar
¿Quién no ha sentido horror al ver una mariposa negra alojada al borde de un espejo, en el dintel de una puerta o en la esquina de una ventana de su habitación? Y más horror al sentirla revoloteando cerca de la cabeza.
Por eso se han creado múltiples leyendas y mitos en torno a las mariposas negras. Hay quienes dicen que su aleteo hipnotiza a tal grado que invita a seguirla a las profundidades, en donde sufre una extraña metamorfosis y aumenta su tamaño en cuestión de segundos hasta devorar a su víctima.
Otros más aseguran que se trata de un psicopompo (un ser mitológico que conduce a las almas de los difuntos hacia los lares de ultratumba), es decir, un enviado ultraterreno que toma contacto con el alma de moribundos para guiarlos hacia el inframundo.
Algunos la catalogan como un mensajero de la muerte y la creencia popular es que precisamente la mariposa negra o Ascalapha adorata, anuncia desgracias. Por eso precisamente su nombre científico proviene de Ascalaphus, el horticultor de Hades, el rey del inframundo en la mitología griega.
Se considera –según algunos científicos- que esta mariposa es originaria de México, en donde los antiguos la nombraban itzpapálotl (mariposa de obsidiana), micpapalotl (mariposa de la muerte), mictlanpapalotl (mariposa del país de los muertos), miquipapalotl (mariposa de mala suerte) o tetzahupapalotl (mariposa del espanto). En inglés se le conoce como se le conoce black witch (bruja negra)
Lo cierto es que la Ascalapha adorata abunda en verano, sobre todo por la humedad y la lluvia. Es frecuente en México, en condiciones como las actuales en donde ha llovido de manera incesante, que abunden los ejemplares de este insecto que pasa rápidamente de ser una larva a convertirse en una mariposa de hasta 20 centímetros de largo, con rebuscadas figuras en sus alas.
En otros lugares del mundo se aprecian de una manera diferente y en ocasiones se asumen como portadoras de buenas noticias. En Bahamas y Texas (recientemente asolada por los fenómenos meteorológicos) se cree que atraen el dinero o la posibilidad de ganarse la lotería.
Lo cierto es que, científicamente, las mariposas negras diseminan pelos (espículas o finas cerdas de pelaje) con histamina, que provocan alergias en el sistema respiratorio y sarpullidos en la piel.
Hay una historia catalana que indica que la mariposa negra es la venganza de la naturaleza contra una humanidad, pero quien mata a una de ellas tiene los días contados. La leyenda indica que principios del siglo XX miles de mariposas negras se congregaron en un pueblo (Badalona) y no lo abandonaron sino hasta pasados varios días. Mucha gente enfermó y falleció, murieron muchos animales domésticos y sufrieron gran daño las cosechas y el ganado. A pesar de considerarlas una plaga, los habitantes se cuidaron de no atentar contra ellas, simplemente esperaron con paciencia a que se marcharan. Se habló de que quizás la furia de las mariposas se debía a que alguno de los habitantes de Badalona había cazado o matado alguna, pero era un dato imposible de saber, ya que quien confesara haber perpetrado la imprudencia hubiera sido castigado.
En México, la leyenda nahua cuenta que la diosa Itzpapálotl (la mariposa de obsidiana) al ser enviada a la tierra portaba una capa que le otorgaba invisibilidad. Se suponía que la diosa se maquillaba con polvo blanco y distintos coloretes, como si fuese una gran dama. En los Anales de Cuauhtitlan se narra que, cuando los Chichimecas vinieron, fueron guiados por cuatrocientos mixcoas hasta que en su travesía cayeron en poder de Itzpapálotl y ésta se comió a los cuatrocientos mixcoas.
A los Chichimecas que se encontraban ahí les ordenó flechar un águila roja, un tigre rojo, una culebra roja, un conejo rojo y un venado rojo; y cuando terminaran con lo ordenado les habló sobre ponerlos en manos de Huehuetéotl “Dios antiguo”. Pero Iztac Mixcóatl escapó y se escondió dentro de una biznaga. Itzpapálotl embistió la biznaga pero Iztac Mixcóatl salió velozmente, luego la flechó repetidamente y evocó a los cuatrocientos mixcoas que habían muerto. Estos se manifestaron y la flecharon una y otra vez. Itzpapálotl murió y fue quemada y con sus cenizas los guerreros se empolvaron y pintaron ojeras. La mataron para luego adorarla como Diosa.
Cuenta la nueva leyenda urbana del siglo XXI que la mariposa negra del horror entró a México desde hace varios años, como agorera del desastre, y que si se observan con detenimiento sus alas pueden mirarse los rostros de los más recientes presidentes de nuestro país, particularmente el de un hombre con los pelos levantados en el copete. El del hombre que está a punto de terminar su gobierno y que lleva por nombre Enrique Peña Nieto.
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